La Secretaría de Cultura de San Luis Potosí, invita a la ceremonia de donación de la colección “Odilón Govea y Martín Govea, fotógrafos de la Alameda”, por el ingeniero Moisés Govea Medina, consistente en un caballo de madera policromada y una cámara fotográfica de cajón con fuelle de tela, el miércoles 4 de diciembre a las 18:30 h, en la Sala Georgina A. Maya Guzmán, del Museo Nacional de la Máscara.
El señor Odilón Govea era originario de Tierranueva, SLP, de oficio jardinero, se inició como fotógrafo cargando la cámara de otro colega de quien aprendió técnicas y secretos, posteriormente a finales de 1940, compró su primera cámara y un caballo de cartón
Martín Govea, nace en 1942 y se incorpora al trabajo de su padre en los primeros años de la década de 1960.
El antes tradicional paseo por la Alameda de la ciudad de San Luis Potosí tuvo como testigo a decenas de fotógrafos ambulantes llamados cariñosamente “de cinco minutos” o “de agüita” quienes registraron a hombres y mujeres, niños y niñas.
Los caballos de madera se compraban en tercias con tres tamaños diferentes que llamaban “parada” las cuales se adquirían en las ciudades de León o Aguascalientes, aunque otra versión menciona a Monterrey y Chihuahua como proveedoras de los equinos
La familia Govea llegó a tener tres paradas. Una de ellas se ocupaba en la Alameda y las otras dos se usaban para llevar a las fiestas patronales de diversos municipios como Real de Catorce, Rioverde, Ciudad del Maíz y Santa María del Rio; incluso fuera del estado como San Juan de los Lagos en Jalisco, Rincón de Romos en Aguascalientes o El Chorrito en Tamaulipas,
Ante la llegada de las nuevas tecnologías, el oficio de fotógrafo de cinco minutos o de agüita tendió a disminuir su actividad hasta su completa extinción en la Alameda, siendo Odilón Govea y su socio José Dolores Varela de los últimos fotógrafos junto con Martín Govea, quien por motivos de salud deja de trabajar en el año de 2013 y fallecer en el 2017.
Esta importante donación no sólo es la recopilación de un pasado, es también un homenaje a los oficios citadinos que han forjado nuestra memoria colectiva e identidad como potosinos.