El año 2020 deja entrever un panorama retador para las empresas: se pondrá a prueba su capacidad de inversión, su habilidad para hacer más eficientes los procesos y contener gastos, y deberán buscar mayores sinergias y economías de escala. Todo esto en un contexto donde la falta de talento con habilidades nuevas se ha convertido en una de las mayores preocupaciones.
Esta situación, deriva principalmente por el resurgimiento de un enfoque proteccionista de las economías –situación que venimos arrastrando desde hace algunos años– y de importantes cambios políticos y sociales. ¿Algunos? La guerra comercial entre China y Estados Unidos, y más reciente, la ratificación pendiente del T-MEC por parte del Congreso estadounidense. Si bien muchas empresas esperaban que se resolviera este año, todo indica que será hasta el siguiente, lo que agrega una mayor incertidumbre.
En general, la tendencia no es favorable. Las expectativas de crecimiento global han sido ajustadas a la baja, lo que impacta más que proporcionalmente a economías como la mexicana. Por ejemplo, Banxico estimó que el PIB del 2019 podría ubicarse entre -0.2 y 0.2% y para el 2020 el pronóstico de crecimiento estaría entre 0.8 y 1.8%. Cabe destacar, sin embargo, que estas estimaciones son dinámicas y podrían variar dependiendo de la coyuntura.
Frente a estos desafíos, las empresas deberán poner a prueba su capacidad de innovación y de ser altamente productivas. Se desempeñarán en mercados muy competidos, donde cada uno de los jugadores tendrá que ser muy eficiente. Se trata de hacer más con menos, de apoyarse en la tecnología y con el mejor talento para lograr una disciplina muy estricta en el manejo del negocio. Cada una de las inversiones que se realice deberá tener el mayor retorno posible, por lo que habrá que ser muy cautos, buscando modelos de negocio que permitan el acceso a otros nichos de mercado. Incluso, no debemos descartar la diversificación del negocio para generar nuevos ingresos.
No obstante, el año entrante puede traer aspectos favorables que deberán aprovecharse, como la estabilidad en el tipo de cambio, la contención de la inflación y abaratamiento del precio del dinero. Estos factores, sin duda, beneficiarán a la toma decisiones. ¿Otro? La política económica está buscando un superávit primario, lo que transmite confianza a los inversionistas extranjeros y a las empresas calificadoras, y debiera traducirse en una mayor inversión extranjera.
Si bien, todos los sectores económicos podrían encontrar oportunidades, habrá algunos que registren mayor crecimiento, como el turístico, manufacturero y servicios en general. Además, se encontrarán fuertemente respaldados por el ingreso de remesas –que este año tuvo niveles récord–. Esto favorece el consumo.
En la edición 22 de la Global CEO Survey, solo 36% de los CEO expresó tener “mucha confianza” en el crecimiento de ingresos de sus empresas para los próximos 12 meses. Este factor podría continuar deteriorándose para la siguiente edición, porque la percepción generalizada es que el crecimiento económico será reducido en prácticamente todos los sectores. Así que la palabra clave para salir airosos de este complejo año será disciplina, una muy estricta disciplina en todos los aspectos del negocio.
Con información de Forbes / Mauricio Hurtado de Mendoza