Del mariachi a la marimba chiapaneca, pasando por los boleros o incluso el rock, México ha destacado en el mundo por tener una tradición e identidad musical múltiple y extensa, que lo mismo sigue echando mano de la tradición prehispánica que de los derroteros globales más vanguardistas, haciéndolos suyos y dotándolos siempre de esa impronta indeleble que resuena “México” en cada acorde.
En contexto, la música y danzas de los pueblos indígenas siempre han causado atención e interés al resto del mundo, desde los bailes regionales que siguen siendo las tradiciones locales como la danza del venado en Sonora y Sinaloa, de los viejitos en Michoacán, o el tilingo lingo en Veracruz han sido un imán cultural para México. Si bien la mirada exótica suele prevalecer, también su originalidad, festividad y mezcla de elementos son prueba fehaciente de un país que se expresa a través de su música.
Entre los ejemplos de inspiración mexicana se encuentra el maravilloso disco folk Ode To Quetzalcoatl del cantautor Dave Bixby (1969), el jazzero y oscuro Mayan Temples de la legendaria Sun Ra Arkestra, o el nombre mismo del proyecto new wave del escocés Roddy Frame, Aztec Camera, entre muchas otras obras y bandas.
Así también, como símbolo máximo de la mexicanidad musical, el mariachi se encuentra en el foco de la identidad sonora y festiva a nivel mundial. Un género que es cultura y escuela, en donde lo mismo puede caber el espectro musical completo de las regiones de México (polka, ranchera, pasodoble, huapango, jarabe, entre otros), que las expresiones contemporáneas más bizarras y elaboradas del orbe.
Es la grandeza de la canción mexicana la que sabe que tienen en voces femeninas como Amparo Ochoa, Eugenia León, Chavela Vargas, Tania Libertad o Ana Gabriel a algunas de sus exponentes internacionales más increíbles, pese a que algunas de ellas no son originarias del país. Esa grandeza que en las voces de Cuco Sánchez, José Alfredo Jiménez o Juan Gabriel también ha dado la vuelta por el mundo, inspirando y enriquecido la cultura de España, América Latina o incluso en otros países como Francia y Japón.
Desde el afamado “Huapango de moncayo” de José Pablo Moncayo, conocida también como el segundo himno nacional de México, y una de las composiciones sinfónicas más importantes del mundo entero, pasando por los aportes vanguardistas del microtonalismo de Julián Carrillo, hasta las icónicas composiciones mexicanas del jaliciense Higinio Ruvalcaba, el ámbito de composiciones clásicas o de la llamada “música culta” también se han teñido de bandera tricolor en sus linderos. Estas bases han sido fuente inagotable de inspiración para músicos que aman e incorporan a México en sus piezas, pese a no ser mexicanos, tales como Philip Glass, Kronos Quarter, Leopold Stokowski o el mismo John Cage, entre una gran lista.
No olvidemos tampoco a Juan García Esquivel, conocido por muchos como el “González Camarena” de la música, en buena parte por su status de genio no reconocido en su tiempo y país y que triunfó en el mundo entero a la postre. Creador de un sonido adelantado a su era, hoy en día García Esquivel es piedra fundamental para comprender ciertos linderos de la música electrónica, y para entrar en ese maravilloso mundo sonoro conocido como lounge. Sin esa vitalidad y arrestos, artistas como Nortec, Natalia Lafourcade, Plácido Domingo o Carlos Santana no serían la inspiración de otros oídos en el mundo.
México es único, y su música es el soundtrack de esa grandeza.
Con información de Forbes