Según los investigadores, el ácido del agua corroe las conchas jóvenes de las larvas del cangrejo, lo que puede llegar a afectar su capacidad para alejar a los depredadores y también su crecimiento y maduración.
La acidificación del océano Pacífico está aumentando cada vez más. Según un estudio publicado en la revista revista Science of the Total Environment, se sabe que el mar está absorbiendo una gran cantidad de dióxido de carbona de la atmósfera, causando significativas reducciones de los niveles de pH en el agua.
Los cangrejos han sido los más afectados pues por la alta concentración de ácido han llegado a perder sus caparazones.
La investigación, financiada por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), señaló que la acidificación del océano cambia las costas pues libera exceso de nutrientes que aumentan la temperatura y la salinidad del mar.
Para los crustáceos y corales esta situación es grave pues dependen de los iones de carbono, que disminuyen en aguas más ácidas, para poder construir las conchas y esqueletos de coral lo suficientemente fuertes.
¿Cómo hiere a los cangrejos?
Según los investigadores, el ácido del agua corroe las conchas jóvenes de las larvas del cangrejo, lo que puede llegar a afectar su capacidad para alejar a los depredadores y también su crecimiento y maduración.
De igual forma, otra consecuencia de a acidificación del agua es la afectación a los mecanorreceptores, las estructuras similares a los pelos que los cangrejos usan para navegar, que también sufrieron daños por los bajos niveles de pH.
“Encontramos impactos de disolución en las larvas de cangrejo que no se esperaban que ocurrieran hasta mucho más adelante en este siglo”, dijo a CNN Richard Feely, coautor del estudio y científico principal de NOAA.
Aunque aún no se han demostrado los daños en cangrejos adultos la afectación a las larvas supone dificultades para la supervivencia de la especie. NOAA hace un llamado a la reducir la huella de carbono producida por el hombre y absorbida por el mar.
Con información de El Espectador