Un equipo de científicos descubrió los fósiles de una gigantesca tortuga prehistórica que tenía un caparazón del tamaño de un automóvil. Este hallazgo ayudará a los expertos a comprender mejor la evolución de las tortugas de Sudamérica.
El enorme animal, descrito por primera vez en 1976 por el paleontólogo Roger Wood, pesaba más de 1.100 kilos y habitaba en lagos y ríos de agua dulce ubicados en el norte de América del Sur hace entre 13 y siete millones de años.
Sus restos fosilizados fueron descubiertos en el desierto colombiano de Tatacoa y en la localidad de Urumaco, en Venezuela. El nuevo hallazgo incluye un caparazón de 2,86 metros de largo, así como restos de la mandíbula inferior, algo que permitió a los investigadores arrojar luz sobre las preferencias dietéticas del extraordinario animal: concluyeron que comía una amplia gama de peces, caimanes, serpientes y moluscos. Además, se alimentaba de semillas y frutas.
“Es una de las tortugas más grandes, si no la más grande que haya existido”, declaró el autor principal del estudio, Marcelo Sánchez, de la Universidad de Zúrich.
“Los individuos más grandes de la especie tenían el tamaño y la longitud de un automóvil sedán, si tenemos en cuenta la cabeza, el cuello, la concha y las extremidades”, explicó, a su vez, el paleontólogo Edwin Cadena, de la Universidad del Rosario en Bogotá.
Fósil de un amonite
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Nace una nueva especie que no se ha conocido en ningún otro lugar de la Tierra
Sin embargo, lo que sorprendió a los científicos fue el hecho de que los machos de dicha especie llevaran cuernos en sus caparazones.
“Los dos tipos de conchas indican que existieron dos sexos de Stupendemys: los machos con conchas con cuernos y las hembras con conchas sin cuernos”, explicó Sánchez, quien sugirió que el animal utilizó los cuernos en sus combates contra otros representantes de la misma especie. El investigador subrayó que esta es la primera vez que se descubre el dimorfismo sexual en caparazones de tortugas de cuello lateral.
Pese a su enorme tamaño, la tortuga también tenía enemigos de otras especies, como cocodrilos gigantes —en particular, los Purussaurus y Gryposuchus, de entre 10 y 11 metros de largo— que habitaron en los mismos pantanos. Cabe señalar que uno de los fósiles hallados tenía incrustado un diente de caimán de cinco centímetros.
“Este hallazgo nos ayuda a comprender mejor la evolución de las tortugas del norte de Sudamérica y cómo interactuaron con otros animales gigantes que vivieron en esta región hace unos 13 millones de años”, concluyó Edwin Cadena