Los senadores rusos aprobaron este miércoles la reforma constitucional adoptada horas antes por los diputados, lo cual allana el camino para que Vladimir Putin se mantenga en el poder teóricamente hasta 2036.
La reforma fue apoyada por 160 senadores. Hubo un voto en contra y tres senadores estuvieron ausentes.
El texto debe ser aprobado ahora por dos tercios de las regiones rusas y ser sometido además al visto bueno de los ciudadanos.
Al anunciar su disposición de seguir en el Kremlin hasta 2036, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha convertido el plebiscito sobre la reforma constitucional en un referéndum acerca de su figura y su posible permanencia en el poder después de 2024.
“Como ustedes, queridos amigos, decidan, como ustedes voten el 22 de abril, así será”, dijo Putin al intervenir ante la Duma (Cámara de Diputados).
Es decir, si los rusos apoyan las enmiendas constitucionales, muchas de las cuales son meramente superfluas -la fe en Dios, la prohibición de ceder territorio, la indexación de pensiones o el matrimonio heterosexual- Putin se sentiría legitimado para optar a un nuevo mandato presidencial.
Putin apela principalmente al voto del miedo, el miedo al cambio entre los rusos. El cambio son las nuevas tecnologías, el liberalismo democrático, la relatividad moral, las minorías sexuales o la historiografía occidental.
Cualquier pequeño cataclismo trae a la memoria de los rusos los “salvajes” años 90, cuando la desintegración de la Unión Soviética convirtió de la noche a la mañana a los rusos en ciudadanos de segunda.
Y es que el Kremlin ha apostado abiertamente por el aislamiento. Una especie de nueva autarquía que reduce la dependencia de Rusia de los mercados y las divisas occidentales, y, siguiendo la senda china, intenta romper lazos con internet, con la opción de desconectarse de la red mundial.
Lo dijo el propio Putin: ni el coronavirus -Rusia fue la primera en cerrar las fronteras con China- ni la caída de los precios del petróleo o los vaivenes del rublo amenazarán la soberanía nacional o alterarán la estabilidad que él trajo cuando llegó al poder hace veinte años y que algunos llaman abiertamente “anquilosamiento”.
Las dos cámaras del Parlamento ruso, la Duma y el Senado, aprobaron este miércoles sin apenas debate la reforma constitucional. Ahora, sólo falta que los rusos acudan a las urnas.
“Putin puso de pie a una Rusia que estaba arrodillada (…) y, por eso, debe tener la posibilidad de participar en las elecciones”, dijo este miércoles la presidenta del Senado, Valentina Matvienko.
Con información de TelevisaNews