La némesis de la violencia que se vive en la Ciudad de México se llama cultura.
Así coincidieron en señalar dos instancias del gobierno capitalino que pretenden hacer del cine un instrumento vivo de construcción masiva que propicie el diálogo, la convivencia sana y la difusión de la cultura.
Su intención la concretan con la Caravana del Cine Mexicano en Unidades Habitacionales, cuyo objetivo es proyectar en espacios públicos, colonias y unidades condominales de la ciudad películas nacionales de reciente manufactura.
Llevar el séptimo arte a casa de forma gratuita es la idea de Procine, fideicomiso de promoción de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. Desde hace un año, esta institución unió a un cómplice a su proyecto: la Procuraduría Social (Prosoc).
Luego de diseminar el arte cinematográfico por zonas populares, uno de los impulsores de esta iniciativa, Cristián Calónico, titular de Procine, comentó que después de las proyecciones que se hicieron en varios sitios, se dieron cuenta de la necesidad de que las unidades habitacionales tuvieran su propio cine. Es decir, que tuvieran equipo propio para exhibir las cintas.
Recuperación de espacios
Calónico, promotor del encuentro de cine documental Contra el silencio todas las voces, contó que hay muchas unidades habitacionales que tienen salones de usos múltiples, espacios colectivos e incluso algunas cuentan con auditorio, pero sin el equipo necesario para exhibir, por lo que muchos de esos sitios estaban abandonados.
Después de acercamientos con los habitantes, Procine decidió proveer parte de su presupuesto para la adquisición de esa pequeña infraestructura, o sea, pantallas, proyectores, sonido…
Ayer, en una conferencia, se lanzó la convocatoria para que los condóminos de unidades habitacionales puedan contar con equipamiento. En las que haya grupos interesados en integrar cine clubes, se deberá contar con espacios cerrados considerados área común y lugares donde salvaguardar los equipos (pantalla, proyector, sonido…)
Prosoc hará la difusión e invitará a los vecinos a que inscriban los proyectos de equipamiento o para habilitar salas.
Hay que destacar que la inscripción es gratuita. Al menos cinco personas pueden formar el grupo; la fecha límite para registrarse es el 2 de abril próximo. A los seleccionados, se les otorgará un apoyo de 35 mil pesos en especie, en caso de que el espacio sea de usos múltiples. Si se trata de un auditorio o similar, el respaldo será de 85 mil pesos, también en especie. Otro requisito importante es que las unidades deben estar registradas ante la Prosoc.
Cristián Calónico sostuvo que la idea es que la gente se organice, participe; que se apropie del proyecto, porque será ella la que haga que las personas vayan a las funciones.
Se trata del inicio de una gran movimiento cultural al interior de las unidades habitacionales y en los espacios públicos. Queremos que la ciudadanía conozca los instrumentos de su gobierno para mejorar los lugares de convivencia, destacó Martha Patricia Ruiz Anchondo, titular de Prosoc.
Instrumento de encuentro
En opinión de la funcionaria, se usan todos los medios al alcance para reconstruir el tejido social y la seguridad ciudadana. La Caravana de Cine Mexicano es un instrumento motivador, de encuentro, ya que nuestra urbe padece una situación de violencia que tenemos que frenar, y la educación y la cultura son los mecanismos ideales.
Los titulares de las instancias mencionadas saben que los resultados no se verán pronto, pero confían en que se sienten las bases para propiciar el respeto, la tolerancia y la cooperación ciudadana.
Promover el cine hecho en nuestro país en todo rincón de la urbe es otro de los objetivos, porque las salas comerciales están acaparadas por las películas de Hollywood.
La Caravana no sólo ha estado en barrios y colonias populares. Ha hecho suyos salones, teatros y auditorios que estaban subutilizados. Tienen cinco espacios para proyectar: el teatro María Rojo, en la alcaldía Cuauhtémoc; el Cine Villa Olímpica, en Tlalpan; la Casa de Cultura Olla de Piedra, en Milpa Alta, y el Cine Futurama, en la Gustavo A. Madero.
“Es repetitivo el concepto de ‘reconstruir el tejido social’, pero estamos convencidos de que el cine es una forma excelente de reconstruir una comunidad, lo que llevará su tiempo. El reto es que los condóminos, que los habitantes en general, sientan que forman parte de una comunidad, que no son entes aislados; es decir, cada quien encerrado en su departamento y que afuera se deterioren los edificios. Esperamos que la gente entienda que hay obligaciones comunitarias y derechos colectivos, entre ellos los de la cultura.”
Con información de La Jornada