Si mirar a una ballena gris (Eschrichtius robustus) acercarse a la lancha en que uno navega es tremendamente emocionante, el sentimiento es mayúsculo cuando se descubre que va acompañada de su cría y ambas —sin ningún temor— juguetean debajo de la panga en que se encuentran los asombrados paseantes.
La ballena gris migra 9 mil kilómetros en grupos segregados siguiendo las costas desde el mar de Bering, en Alaska, hasta la Península de Baja California Sur, en México, donde las madres preñadas se congregan en los dos complejos lagunares de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno: Ojo de Liebre y San Ignacio en Mulegé; así como en Bahía Magdalena en el municipio de Comondú, donde según los censos hechos por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), hasta el momento ¡han nacido 350 ballenatos!, los bebés mexicanos más grandes de la naturaleza, ya que al nacer pesan de 600 a 800 kilos y miden de cuatro a cuatro metros y medio.
“Estamos cumpliendo 26 años haciendo estos protocolos de censados y monitoreo de ballena y diría que es una temporada normal; este año tenemos mil ballenas en el sitio, tenemos poco más de 350 nacimientos de ballenatos”, reveló a MILENIO, Benito Bermúdez Almada, director regional Península de Baja California y Pacífico Norte de la Conanp.
Durante los recorridos de avistamiento también es posible observar parejas de ballenas cortejándose, otro fenómeno espectacular que llena de curiosidad a los presentes.
“Los ejemplares reproductivos de machos y hembras son los que ingresan a los cuerpos lagunares, que son ideales para llevar a cabo las cópulas y tras un proceso de más o menos 13 meses de gestación, la hembra regresa a dar a luz a esos mismos espacios”, explicó el biólogo Bermúdez.
En otro tiempo, estas mismas aguas fueron destino mortal para las ballenas adultas y sus crías; de acuerdo con reportes del investigador Lorenzo Rojas, en el complejo lagunar de Bahía Magdalena inició la cacería de ballenas en México por parte de flota extranjera, principalmente europea y norteamericana; se estima que entre 1846 y 1874 fueron cazadas entre 5 mil y 6 mil ballenas en aguas mexicanas; aunado a eso, más de 200 ballenas fueron cazadas desde tierra.
La caza redujo la población de estas ballenas mexicanas a entre mil y 2 mil ejemplares hacia el primer tercio del siglo XX, pero tras la protección internacional desde la década de los 30, a través de la Comisión Ballenera Internacional, la población de ballena gris se encuentra totalmente recuperada.
“La población mundial de ballena gris se encuentra sana, tenemos aproximadamente 27 mil ejemplares contados, entre la información que manda Estados Unidos, Canadá y los censos que hace México, que es el país en donde nace 99 por ciento de las ballenas grises del mundo, un porcentaje mínimo nace en California y la mayor parte de ellas se crían los primeros 60 días en México e inician su migración hacia las aguas frías para alimentarse y de esa manera cumplir con su ciclo de vida”, detalla el investigador.
Hace dos siglos, la ballena gris era llamada por los cazadores como el “pez demonio”, debido a la ferocidad con que se defendían de los ataques; hoy es cada vez más común el fenómeno de la “ballena amistosa”, un comportamiento que los investigadores siguen tratando de explicar, pero quizá simplemente es la muestra de que nos hemos ganado su confianza y estamos comprometidos a no quebrantarla.
Incluso el turismo tiene una enorme responsabilidad, ya que en promedio cerca de 30 mil personas pagan por observar ballenas en alguna de sus lagunas de reproducción.
“Hay un fenómeno extraño que se llama las ballenas amistosas, pero es una situación que se debe de controlar, porque no debes de acosar a la ballena, debes de detener el paso de embarcación y si hay acercamiento, respetuosamente no afectarla, no mover la embarcación hasta que la ballena se retire, porque eso ha favorecido que mucha gente las toque, las acaricie y es una situación extraña”, cuenta el biólogo.
El 6 de diciembre arribaron dos organismos juveniles a la boca de la Laguna en la zona conocida como Carros viejos, ubicada en El Vizcaíno; como cada año, arriban primero los juveniles y posteriormente los subadultos y en febrero ya se pueden observar hembras con crías. La temporada de observación de ballenas inició el 15 de diciembre y concluirá el 30 de abril.
Con información de Milenio