El bloque Xochitécatl-Nativitas-Nopalucan es una formación geológica ubicada en el valle de Puebla-Tlaxcala, donde a su vez se halla la zona arqueológica conocida como Cacaxtla-Xochitécatl, que destaca por las pinturas murales ubicadas en el sitio de Cacaxtla que retratan escenas rituales y la cosmogonía de los antiguos pobladores.
A menos de 2 km de distancia de Cacaxtla se encuentra Xochitécatl, sitio asentado en lo que antiguamente fue un volcán y que fue utilizado como un centro cívico-ceremonial que se edificó en el año 800 a.C. Esta primera ocupación se dio con la construcción de tres de los cuatro edificios que actualmente conforman el asentamiento, mientras que en los alrededores del centro ceremonial se construyeron unidades habitacionales.
El centro ceremonial de Xochitécatl consta de una gran plaza de dos niveles sobre la que fueron construidos cuatro edificios: 1) Edificio de la Serpiente, conformado por una planta cuadrangular con muros de lajas de color blanco sin recubrimiento; 2) Edificio circular, construido con una planta circular y cuerpos escalonados; 3) Pirámide de las Flores, que consta de cuerpos en talud que sostienen la fachada y un templo; y 4) Basamento de los volcanes, construido entre los años 650 y 950 d.C., posterior al abandono del lugar durante 400 años por el colapso del sistema de obtención de alimentos debido a las catástrofes naturales.
Cacaxtla-Xochitécatl tuvo un papel importante en la administración y el dominio de esta región del valle de Puebla-Tlaxcala, pues controlaba la entrada y salida de productos que provenían de la costa del Golfo y Oaxaca.
En la Pirámide de las Flores, estructura que se conforma de ocho cuerpos colocados de forma escalonada y que presenta dos momentos constructivos, fueron encontradas algunas esculturas antropomorfas y entierros de cuerpos que corresponden a la segunda ocupación del sitio. Estos descubrimientos, distintivos de este sitio, han permitido el estudio de hipótesis que señalan que Xochitécatl pudo ser un centro ceremonial dedicado al culto de deidades femeninas.
Uno de los principales indicadores del culto femenino en Xochitécatl son las múltiples ofrendas de figurillas de mujeres halladas en el sitio. Estas figurillas representan a mujeres con los brazos levantados en posición de oración, mujeres embarazadas en cuyo vientre llevan un hueco en el que es colocada la figura de un niño, mujeres ricamente ataviadas, mujeres que cargan un niño en sus brazos, niños con pintura facial en cunas, ancianas con sonrisa y cuerpo pintado, mujeres guerreras y mujeres deidificadas.
De acuerdo con la investigadora Mari Carmen Serra Puche, del instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, en el caso de las figuras de mujeres guerreras o deidificadas, se trata de representaciones antropomorfas sentadas en un trono que portan un escudo y un cetro y que están ricamente ataviadas. Estas figuras representan a una gobernanta, guerrera o sacerdotisa, pero también se cree que pueden ser deidades o representaciones de personajes de la élite.
Asimismo, las figurillas de mujeres ricamente adornadas presentan pintura facial roja, mutilación dentaria, orejeras, collar, falda decorada y pies descalzos.
Algunas hipótesis señalan que las figurillas podrían tratarse de representaciones de Xochiquetzal, Xilonen y Tlazoltéotl; sin embargo, otras indican que representan a mujeres reales y no precisamente a deidades.
“Es importante resaltar que las figurillas femeninas, que en gran número forman parte de las ofrendas, representan el nacimiento, la maternidad, los cuidados maternales, la ancianidad y la muerte, esto es, el ciclo de la vida femenina; además de la entronización o posible posición social como gobernantes o ‘reinas’”, señala Serra Puche.
Otros elementos hallados en este sitio que han servido como indicadores del culto femenino practicado en él son los malacates, el entierro de mujeres jóvenes y niños, la escalinata, las esculturas y los depósitos de agua.
Los malacates son objetos vinculados con las deidades y personajes femeninos, así como con la fertilidad y el agua. Estos objetos, localizados en su mayoría en la parte alta y en la escalinata, dan cuenta de la importancia que se le daba en la época prehispánica al tejido, actividad que fue exclusiva de las mujeres, hecho que devela una diferencia en la valoración de las mujeres de Mesoamérica en relación con la sociedad occidental.
Las esculturas halladas en el basamento de un hombre masturbándose y una mujer desnuda mostrando su sexo con un agujero en el vientre son figuras relacionadas con la fertilidad; mientras que la escultura hallada de una mujer con las fauces abiertas y el cuerpo de serpiente posiblemente representa a Cihuacóatl, quien en la cosmogonía mexica era considerada la protectora de las mujeres fallecidas al dar a luz.
De igual forma, los entierros en la zona develan aspectos relacionados con el culto femenino, pues algunos se tratan de cuerpos de mujeres. En varios de estos entierros fueron encontradas ofrendas de figurillas, caracoles, cuentas, navajillas, vasijas y objetos de obsidiana, piedra verde y hueso, lo cual indica que se trataban de entierros que implicaban un complejo ritual.
En lo que respecta a las escalinatas, se ha encontrado que la mayoría de sus escalones están hechos de metates reusados. En este caso, los metates están relacionados con actividades que en la sociedad prehispánica eran ejecutadas exclusivamente por mujeres, por lo que se ha considerado que su presencia como elemento constructivo tiene un significado ritual estrechamente relacionado con el culto a las deidades femeninas. Asimismo, los dos depósitos de agua en el sitio, donde además fueron halladas diversas figuras antropomórficas, eran espacios asociados con los baños o partos rituales.
“La conclusión más relevante que podemos formular hasta el momento sobre los hallazgos de la Pirámide de las Flores en Xochitécatl, proviene de la asociación y coincidencia de evidencias arqueológicas que señalan con claridad la constitución de un espacio ceremonial femenino”, señala Mari Carmen Serra Puche.
Además, agrega: “Xochitécatl se tiende como un puente entre la Gran Diosa Madre teotihuacana y las múltiples advocaciones del divino principio femenino que aparece en la época mexica… la asociación de todos estos elementos apunta hacia ceremonias dedicadas a la Madre Tierra, personificada en el volcán femenino”.