Sectores básicos de la economía española se hallan en caída libre y los despidos temporales aumentan sin cesar. El PIB trimestral del país decrece a un ritmo del 12% y la temporada turística se da por perdida. El Gobierno de la nación pide a Bruselas un plan de medidas urgentes, mientras Alemania parece ir por libre.
El golpe de la pandemia de COVID-19 está resultando demoledor para las economías. En el caso del país ibérico, se está escenificando en un aluvión de expedientes temporales de regulación de empleo (ERTE). Es decir, el despido de trabajadores por imposibilidad de proseguir con la actividad económica de sus empresas. En otras palabras, España se está parando.
Esta situación es un círculo vicioso, por cuanto el aislamiento de la población y las medidas restrictivas se revelan como los mejores métodos a corto plazo para atajar la propagación del virus y contenerlo. Pero el coste económico es desorbitado. Regiones como Cataluña o Murcia han solicitado al Gobierno central la instauración de un aislamiento total en sus comunidades, a lo que el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha respondido que las medidas existentes son ya de por sí excepcionales y de las más duras de Europa. Si se endurecen, el colapso económico será casi total. Si se aflojan para que la economía tenga un respiro, el virus no se atajará.
El desempleo se dispara
El Gobierno de Sánchez anunció un plan de ayudas de 200.000 euros para paliar la contingencia. Ahora se adivina escaso. La recesión media de la UE, en palabras de Christine Lagarde, jefa del Banco Central Europeo (BCE), superará el 10%. El parón en seco de los sectores de la automoción y el turismo amenaza con elevar aún más la previsión de caída de un 12% del PIB al trimestre. El 19 de marzo ya se había eliminado de un plumazo toda la creación de empleo del último año: más de 360.000 puestos de trabajo.
A las iniciales reticencias de Bruselas, siguió el llamado “bazuca”: una inyección de 750.000 millones de euros por parte del BCE que calmó un poco a los mercados. Pero la lúgubre expectativa de una recesión cifrada en más de un 10% rebajó los ánimos. Sindicatos, patronal bancaria y economistas de distinto pelaje exigen a Sánchez el compromiso de arrancar de la UE una acción decidida. Podría estar en juego la supervivencia de la propia Unión, al menos tal y como se conoce hasta ahora.
“Hay que mutualizar la deuda”, declaró a los medios el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández Cos.
Una medida así supondría un manto de protección que, de otro modo, avisan los expertos, avivaría el sentimiento de euroescepticismo en Europa. Porque el efecto comunitario del coronavirus puede ser el eurodesencanto. La gravedad es tal, que en España sindicatos y patronal coinciden en su exigencia a Bruselas de “forzar la máquina”. “Europa debe demostrar que sirve para algo o su crisis de legitimidad será brutal”, señala Unai Sordo, secretario general de CCOO.
“Se va a producir un endeudamiento. España tendrá que acudir a otras vías, endeudarse en los mercados, salvo que la UE emita deuda mancomunada”, explica a Sputnik Juan Torres López, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla.
La vacuna de los eurobonos
El caso es que en el seno del Eurogrupo se está barajando la posibilidad de conceder rescates financieros a países vulnerables sin la condición de establecer duros recortes. También suenan los llamados eurobonos, la “mutualización” de la deuda que refiere el Banco de España. La medida contrastaría con la ortodoxia presupuestaria por la que se ha venido rigiendo la UE en los últimos años, que parte siempre del norte.
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“El BCE tendría que haber puesto en manos de los Gobiernos la financiación, es lo razonable. Lo que ocurre es que en la UE está prohibido que el BCE financie a los gobiernos, que tienen que buscarla por la puerta de atrás, comprando bonos y llenando los bolsillos de los inversores. Hay que romper con esa ortodoxia”, afirma el economista Juan Torres.
Pero el norte, aunque también sumido en la crisis de la pandemia del coronavirus, está menos afectado que el sur, donde un eventual colapso de Italia y España amenazaría a la UE en su actual forma. Solo cuando oteara el abismo estaría dispuesta Alemania a acceder a los eurobonos. De hecho, el ministro de Economía alemán, Peter Altmaier, ha calificado la cuestión como “idea fantasma”. Tal mecanismo podría contener la tentación de superar la actual configuración de la Unión Europea, cuando no su disolución o reducción a unos pocos países.
“La UE terminará muy dañada del envite. Alemania no ha aprendido nada de su historia. No puede mantenerse el club si los socios principales deciden que cada uno tiene que correr con su propia suerte”, opina Juan Torres, quien concluye de manera retórica:
“¿Qué va a pensar el italiano decente si el destino para su pueblo está en las manos de Alemania y esta prohíbe vender a Italia mascarillas? La UE se está condenando a la muerte. Sus dirigentes no están a la altura de sus circunstancias”
Con información de Sputniknews