Las agencias de la ONU acogen con beneplácito los compromisos expresados en una conferencia de solidaridad con los migrantes y refugiados venezolanos organizada por la Unión Europea y España. Los efectos sanitarios y económicos de la pandemia de COVID-19 afectan gravemente a ese colectivo de cinco millones de personas y a las comunidades que los acogen.
La comunidad internacional de donantes se comprometió este martes a aportar 2790 millones de dólares, 653 millones de ellos en concesiones, para brindar asistencia a los refugiados y migrantes de Venezuela en los países latinoamericanos y caribeños que los acogen.
Los participantes en la Conferencia Internacional de Donantes en Solidaridad con los Refugiados y Migrantes Venezolanos en América Latina y el Caribe, organizada por la Unión Europea y España, señalaron que los fondos también atenderían a las comunidades de acogida, que se encuentran bajo presión sobre todo tras la imposición de medidas para contener al coronavirus.
Los auspiciantes explicaron que el principal objetivo de la conferencia fue movilizar apoyo para una de las mayores crisis de desplazamiento externo del mundo, agravada ahora por la pandemia de COVID-19.
Los donantes confirmaron fondos para apoyar a refugiados, migrantes y comunidades de acogida en países de la región donde los venezolanos han encontrado seguridad, atención médica y empleo.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) acogieron con beneplácito las promesas de los donantes, que ayudarían a asistir a más de cinco millones de venezolanos que salieron de su país en busca de seguridad y nuevas oportunidades.
Harán una gran diferencia
Según palabras del representante especial conjunto de esos organismo, Eduardo Stein, “las contribuciones marcarán una verdadera diferencia en la vida de los refugiados y migrantes de Venezuel, que se han visto extremadamente afectados por la pandemia”.
Los datos indican que cerca del 80% de esas personas se encuentra en países de América Latina y el Caribe.
“Los países de la región han respondido a este desplazamiento sin precedentes con una solidaridad y una hospitalidad extraordinarias, al tiempo que se han enfrentado a importantes desafíos en sus economías y su tejido social. En los próximos meses, será fundamental mantener el liderazgo y el compromiso de apoyo mostrados hasta ahora”, subrayó Stein.
Las consecuencias de salud y económicas de la pandemia de COVID-19 ha causado estragos en las vidas de los migrantes y refugiados, así como en las comunidades de acogida.
Actualmente, los desarraigados encaran un sinnúmero de problemas como la pérdida de ingresos diarios y de medios de vida para cubrir necesidades básicas. Muchos también corren el riesgo de estar expuestos a la violencia de género, la estigmatización, la explotación y el abuso.
“En medio de la actual emergencia sanitaria mundial, muchos refugiados y migrantes de Venezuela podrían quedar fuera de los programas de salud y bienestar social, especialmente aquellos que se encuentran en situación irregular”, alertó el representante especial.
Una refugiada venezolana trabajando en una empresa de flores en Bogotá, Colombia. ACNUR / Daniel Dreifuss
Una refugiada venezolana trabajando en una empresa de flores en Bogotá, Colombia.
Luz de esperanza
“Los compromisos asumidos hoy para apoyar los esfuerzos humanitarios ofrecen una luz de esperanza a muchas familias que han perdido todo lo que tenían”, agregó.
El Plan Regional de Respuesta para los Refugiados y Migrantes Venezolanos, lanzado inicialmente en noviembre de 2019, complementa los esfuerzos de los gobiernos de la región para atender las necesidades más apremiantes de esas personas y busca garantizar su integración e inclusión en los sistemas nacionales.
Los nuevos requerimientos de dicho plan ascienden a 1410 millones de dólares, de los cuales un tercio se destinaría a actividades específicas para el COVID-19. Hasta antes de la conferencia, el plan sólo había conseguido el 10% de los fondos requeridos.