Un estudio comparó cómo 51 mujeres se desempeñaron en una prueba de atención después de comer una comida rica en grasas saturadas o la misma comida hecha con aceite de girasol, que es rico en grasas insaturadas.
Publicados en el American Journal of Clinical Nutrition, los resultados indican que su desempeño en la prueba fue peor después de comer la comida rica en grasas saturadas comparada con la situación después de comer la comida que contenía una grasa más saludable. Esto indicaría un vínculo entre ese alimento graso y el cerebro.
Los investigadores también analizaron si una afección llamada intestino permeable, que permite que las bacterias intestinales ingresen al torrente sanguíneo, tuvo algún efecto sobre la concentración. Los participantes con esas condiciones de permeabilidad obtuvieron peores resultados en la evaluación de la atención sin importar qué comida habían comido.
Investigadores consideran reveladora esa pérdida de concentración después de una sola comida
«La mayor parte del trabajo previo que ha analizado hasta ahora el efecto causante de la dieta se observó durante un período de tiempo. Y estos resultados se han identificado tras solamente una comida, por lo que resulta bastante notable que hayamos visto una diferencia», explica Annelise Madison, autora principal del estudio y estudiante de posgrado en la Universidad Estatal de Ohio.
«Debido a que ambas comidas eran altas en grasas y potencialmente problemáticas, el efecto cognitivo de la comida alta en grasas saturadas podría ser aún mayor si se compara con una comida baja en grasas», analiza.
Atención sobre la fast food
Los científicos creen que esto apunta a un vínculo entre los alimentos grasos y el cerebro. Las participantes que comieron grasas insaturadas tuvieron un mejor desempeño en la prueba.
La comida rica en grasas incluía además de huevos, galletas, salchichas de pavo y salsa que contenían 60 gramos de grasa, ya fuese un aceite a base de ácido palmítico con alto contenido de grasas saturadas o el aceite de girasol con bajo contenido de grasas saturadas. Ambas comidas totalizaron 930 calorías y fueron diseñadas para imitar el contenido de varias comidas rápidas, como una hamburguesa doble de Burger King con queso o una McDonald’s Big Mac y patatas fritas.
Cinco horas después, las mujeres volvieron a realizar la prueba de rendimiento continuo. Entre una y cuatro semanas después, repitieron estos pasos, comiendo la comida opuesta a la que habían comido en la primera visita.
Análisis de permeabilidad intestinal
Los investigadores también analizaron las muestras de sangre de referencia de los participantes en ayunas para determinar si contenían una molécula inflamatoria que señala la presencia de endotoxemia, la toxina que escapa de los intestinos y entra al torrente sanguíneo cuando la barrera intestinal se ve comprometida.
«Si las mujeres tenían altos niveles de endotoxemia, también se eliminaban las diferencias entre comidas. Se desempeñaban mal en las pruebas sin importar qué tipo de grasa comieran», subraya Madison.
Inflamación y cerebro
Aunque el estudio no determinó lo que estaba sucediendo en el cerebro, Madison analiza que investigaciones anteriores han sugerido que los alimentos ricos en grasas saturadas pueden aumentar la inflamación en todo el cuerpo y posiblemente en el cerebro. Los ácidos grasos también pueden atravesar la barrera hematoencefálica.
«Podría ser que los ácidos grasos estén interactuando directamente con el cerebro. Lo que sí muestra es el poder de la desregulación relacionada con el intestino», comenta la investigadora.
Referencia bibliográfica
Afternoon distraction: a high-saturated-fat meal and endotoxemia impact postmeal attention in a randomized crossover trial. Publicación: American Journal of Clinical Nutrition. Autoras: Annelise A Madison, Martha A Belury, Rebecca Andridge, M Rosie Shrout, Megan E Renna, William B Malarkey, Michael T Bailey, Janice K Kiecolt-Glase
Con información de Diario Eco