En el expediente del caso del ataque contra los normalistas de Ayotzinapa y la desaparición de 43 de ellos, se encuentra un episodio al que durante seis años las autoridades responsables de la investigación le han dado poca importancia pero que podría ser un dato importante para conocer el destino final que pudo haber tenido un grupo de los 43 estudiantes desaparecidos.
Se trata del violento bloqueo en la carretera federal Iguala-Chilpancingo llevado a cabo por personas armadas a la altura del poblado Mezcala, entre las 23:00 horas del 26 de septiembre y las 01:00 del 27. Apenas minutos después de que los 43 jóvenes hubieran sido sustraídos del autobús Estrella de Oro 1568 en la calle Juan N. Álvarez, y del autobús Estrella de Oro 1531 en la carretera a Chilpancingo a la altura del Palacio de Justicia. La autoridad responsable de la vigilancia y control de dicha carretera era la Policía Federal.
Hasta ahora toda la atención de las investigaciones tanto de la Procuraduría General de la República (PGR) en el sexenio de Enrique Peña Nieto y de la Comisión de la Verdad creada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se han concentrado en tres episodios: el ataque armado contra los normalistas ocurrido en la calle Juan N. Álvarez, el ataque frente al Palacio de Justicia, y un tercer ataque perpetrado contra el camión en que viajaban jóvenes del equipo de fútbol Los Avispones, que tenía características físicas muy similares a las de los autobuses Estrella de Oro.
He investigado durante seis años el caso Ayotzinapa. Hace un año tuve acceso al testimonio de un presunto testigo y participante del ataque y desaparición. Hasta ahora no había compartido públicamente la información a la que tuve acceso porque era muy sensible y por respeto a las víctimas y los sobrevivientes. Requería encontrar otras pruebas que pudieran dar sentido a lo narrado por dicho testigo.
Ahora después de recabar las pruebas quiero hacer pública esta información esperando que algún otro testigo de los hechos pueda proporcionar más información al respecto. O que las autoridades puedan explorar más sobre esta versión.
En el expediente Ayotzinapa abierto por la PGR se indica que el 21 de octubre de 2014 el entonces Secretario de Seguridad Pública de Guerrero, Leonardo Vázquez Pérez declaró ante la PGR que al filo de las diez de la noche del 26 de septiembre recibió órdenes directas del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero de trasladarse a Iguala. Aseguró que en la carretera a la altura del poblado Mezcala había un bloqueo “dos tráileres con caja y dos vehículos particulares obstruían el paso” y que ahí estaban heridos dos civiles quienes fueron enviados al Hospital General de Tierras Prietas. “Los testigos de los hechos manifestaban que habían sido agredidos por varios sujetos cubiertos del rostro y que vestían ropas oscuras”. La PGR nunca hizo una investigación a fondo sobre ese episodio.
En los informes de 2015 y 2016 del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) enviados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos también se refieren al bloqueo de Mezcala ocurrido a las 24:00 horas, a una distancia de tres kilómetros del ataque ocurrido contra Los Avispones el cual ocurrió entre 22:30 y 23:00. Es decir, el bloqueo de Mezcala es un hecho aparte. El GIEI lo identificó en general como parte de los operativos de “control y violencia” perpetrados por autoridades y grupos de la delincuencia organizada esa noche.
Hace pocos días tuve acceso a un oficio de la Comisión Nacional de Derechos Humanos CNDH/OEPCI/0126/2017 -un documento cuyo contenido nunca antes había sido publicado- en el cual se le pide información a la Policía Federal sobre los hechos ocurridos entre la noche del 26 y la mañana del 27 de septiembre, específicamente sobre un tráiler travesado a mitad de la carretera Iguala-Chilpancingo en Mezcala, específicamente a la altura de la colonia Vallejo Trujano en donde hubo disparos por parte de personas armadas no identificadas contra civiles para impedir que transitaran por ahí.
En la respuesta oficial dada por la Policía Federal se informa que fue hasta 2015 que se encontró un archivo de la Coordinación Estatal de la Policía Federal en Guerrero fechado el 27 de septiembre de 2014. Habrá que recordar que el coordinador en esta época de manera oficial era Omar García Harfuch, ahora Secretario de Seguridad Pública Ciudadana de la Ciudad de México. Se asegura que llegó un reporte del Centro de Comando y Control de Chilpancingo (C4) a las 03:00 de la mañana en el que se informó que cerca del poblado de Mezcala (Colonia Valerio Trujano) se estaba llevando a cabo un enfrentamiento entre grupos de gente armada. Que al lugar acudieron las patrullas de la Policía Federal de Chilpancingo 15628, 15626, 11729 y 13525.
Según ese reporte de la Policía Federal cuando llegaron solo encontraron un vehículo rojo con impactos de bala y se presentó una denuncia ante el Ministerio Público en Chilpancingo, por lo que la indagatoria quedó desligada de la investigación abierta sobre el caso de los normalistas.
En ese reporte la Policía Federal dijo que sus agentes entrevistaron en el Hospital General de Chilpancingo al conductor de dicho vehículo el señor Hermenegildo Morales Cortés quien dijo ser miembro del Ministerio Público y que cuando circulaba por el lugar en dirección a Iguala vio que un grupo de “personas con armas largas intentaban bloquear la carretera con distintos vehículos y le efectuaron disparos a su vehículo”. Ya sea por error o de forma dolosa la PGR no investigó a fondo.
¿Por qué alguien estaría interesado en bloquear la carretera a esa altura, a esas horas? El ataque contra los normalistas de Ayotzinapa y Los Avispones ya había terminado, los estudiantes ya habían sido sacados de los autobuses y estaban siendo desaparecidos.
Han pasado seis años desde la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa. La demanda “vivos se los llevaron, vivos los queremos” sigue en pie.
El testimonio de la persona que dijo haber participado esa noche en el ataque contra los normalistas, al que tuve acceso, podría explicar la razón de los hechos en Mezcala.
Se identificó como empleado del grupo criminal Guerreros Unidos, pero dijo que Guerreros Unidos trabajaba a su vez para un jefe mayor “el mero mero” según dijo textualmente, pero con quien la pequeña célula criminal no tenía contacto directo, sino a través de otros subjefes y enlaces. Según su relato uno de los subjefes esa noche les habría ordenado ir a recuperar droga que iba en dos de los cinco camiones en los que viajaban los normalistas esa noche en Iguala. “Entonces a mí el Negro me dio indicaciones, dijo que fuéramos al lugar, diéramos el correctivo y recuperáramos la mercancía”, dijo el testigo.
Cuando el grupo llegó a donde estaban los estudiantes vieron que junto a los autobuses de los estudiantes había personas armadas. “Cuando la policía y nosotros vimos gente armada comenzamos a tirar, pero no sabíamos que era gente del gobierno”.
Yo he revisado varias veces los peritajes practicados a patrullas de la policía municipal de Iguala que habrían estado presentes en la calle Juan N. Álvarez durante el ataque a los normalistas y tenían disparos de arma que penetraron en la carrocería como si hubiera habido efectivamente este intercambio de disparos de uno y otro lado.
El participante señaló que después cayeron en cuenta que del otro lado estaban militares vestidos de civil que también habrían recibido la orden del capo de ir a recuperar la droga.
“Se dio la orden de darle piso a todos los que estaban ahí. Nos coordinamos con la policía municipal, los federales y soldados, los repartimos en grupos. Algunos ya iban muertos algunos iban moribundos. Algunos se los llevaron al cuartel (del Ejército) a otros a casas de seguridad”, agregó.
Afirmó que algunos de los 43 normalistas fueron llevados a las inmediaciones de Mezcala en una barranca cerca del campamento de la mina Media Luna perteneciente a la minera canadiense Torex Gold.
“A unos los llevamos al Cañon del Zopilote, los cortamos en pedazos”, aseguró el presunto testigo quien describió que ahí mismo asesinaron a un grupo de estudiantes y que sus restos los arrojaron a dicha barranca. Sin calcinarlos o enterrarlos.
El Cañón del Zopilote se encuentra en la cuenca del Río Balsas donde convergen los municipios de Cocula, Iguala y Tepecoacuilco, entre las poblaciones de Mezcala, Atzcala. Físicamente fui a las inmediaciones del lugar, no pude entrar hasta el Cañón porque se afirma que es un lugar controlado por la delincuencia organizada. La entrada al punto donde el testigo asegura fueron arrojados los cuerpos es justo en la colonia Valerio Trujano, por lo que el bloqueo carretero habría tenido la finalidad de trasladar a los estudiantes hasta ese punto para exterminarlos. Los horarios de los ataques, desaparición de los normalistas, y el bloqueo en Mezcala coincide con los tiempos señalados por el presunto participante.
“Ahí en ese cañón hacían pagos a sicarios, halcones, tanto a policías municipales, federales y a un general del ejército con el que teníamos contacto”, dijo el testigo.
Antes de decidir publicar esta información corroboré que por otras vías la Comisión de la Verdad tuvo información de que en la zona del Cañón del Zopilote habrían quedado los restos de algunos normalistas. Sé que se hizo una inspección en el lugar pero que hasta ahora no se han encontrado restos.
Consulté a un experto quien me indicó que han pasado muchos años. Que si en verdad los restos fueron cercenados y abandonados a la intemperie; la lluvia, la erosión, el viento y el propio cause del río podrían haberlos ocultado entre la maleza o desaparecido.
El testigo describió los hechos acontecidos el 26 de septiembre de 2014 como un asunto que se salió de control debido a la participación de tantas corporaciones, lo que creó confusión entre criminales y servidores públicos quienes en realidad tenían el mismo objetivo: recuperar la droga.
“Los militares dispararon esa noche, dispararon contra la gente que iba en los camiones. Los militares que llegaron a darnos el apoyo iban uniformados, los infiltrados iban de civiles”.
Con crudeza resumió:
“Esto no fue muy complicado… fue algo que se salió de control, todo fue rápido, pero se hizo un problema muy grande. Por un momento se dijo que soltarían a los chavos, pero como te dije antes la orden del jefe, del mero mero, fue que les diéramos piso a todos los muchachos para que no se hicieran pendejos.”
Con información de DW