Jana Gutiérrez debutó como profesional a los 14 años con el Club América y hoy representa la nueva cara del futbol femenil en México. Platicamos con ella sobre sus sueños, metas y cómo es vivir como futbolista en nuestro país.
Jana Gutiérrez es, sin duda, una de las grandes apuestas del fútbol mexicano y una de las futbolistas que, desde las redes sociales, comienza a llevar el interés hacia la liga profesional de futbol femenil en México. Con apenas 16 años, se ha convertido en una de las deportistas a seguir y uno de los nuevos rostros tanto de su equipo, el Club América, como de la Selección Mexicana y hoy, que comienza a apostar por sus sueños europeos, platicamos con ella y realizamos una sesión exclusiva de fotos para conocer a una de nuestras grandes abanderadas deportivas del presente y del futuro.
Jana Gutiérrez y su pasión por el futbol y la danza
Hace ocho años, Jana lo entendió. Cursaba el tercer año de primaria y tras ver repetidas veces que en su agenda, el balón y las zapatillas de baile se peleaban, sin clemencia y mucho menos tregua, por cada una de las horas libres de su tiempo, ella supo que era momento de decidir. A su hermana le había pasado lo mismo y a su padre, cuando era joven, también le sucedió. Parece casi una sentencia, sin embargo, todo aquel que sueñe con ser futbolista profesional se enfrenta a un momento en el que, en verdad, debe apostar y dejar atrás, sacrificar y arrojarse, sin garantías, a ese inmenso vacío que representa abandonarlo todo durante años por el multitudinario anhelo de jugar y vivir (bien) del soccer.
No se trata de un momento determinado y homogéneo. Tampoco de una revelación mística. Mucho menos de una epifanía. No, simplemente, el aspirante a jugador sabe cuándo debe elegir. Un llamado y ella lo comprendió: decidió seguir el balón como oficio de vida y dejar la danza para algunos años después. Para Jana fue muy claro el instante de la apuesta. De alguna manera, los entrenamientos de futbol y las prácticas de baile comenzaban a pisarse los talones en el calendario de la menor de los Gutiérrez y competían por su tiempo, mientras los partidos y las muestras dancísticas se jugaban la atención familiar. Y todo parecía inclinarse hacia los leotardos en el caso de Jana Gutiérrez, pero su hermana Jaidy, dos años mayor, se puso las espinilleras y los guantes, y Jana lo entendió: quería ser futbolista como ella, en México o donde fuera en el mundo. “La verdad, antes de que existiera la Liga MX femenil, decidí que si no podía jugar aquí, me iría a otro país a ser profesional. Es un sueño que muchas tenemos desde chiquitas: debutar en un partido profesional, llegar hasta Europa y jugar un Mundial. Y yo lo viví por mi hermana. Pero si no fuera futbolista, me gustaría ser bailarina o reportera deportiva. Me encantaría ser cronista e ir a los mundiales y estar en las canchas entrevistando a los participantes. Pero lo que hoy amo es ser jugadora de soccer”, sentencia quien, sin notarlo, comienza a dominar el mayor escenario de baile de las últimas décadas de la humanidad: TikTok.
“Me encanta bailar y así como me ven, así soy yo. Tal cual. Lo hago para divertirme y no esperaba que la cuenta creciera tanto. Me lo enseñaron y vi que se bailaba, y con eso me bastó”, narra sin hacer pleno uso del poder de su reinado. Han pasado tres años desde aquel 28 de julio de 2017, fecha elegida para arrancar la Liga MX femenil, por primera vez en su historia, después de mucha presión social. Desde el día en que dos equipos profesionales de mujeres saltaron a la cancha en nuestro país, luego de décadas de activismo social y deportivo ante federaciones e instituciones privadas para disputar un partido. Jana tenía 13 años y cuando vio salir por los túneles de varios estadios de México a las representantes de escuadras de larga tradición que, como hecho sin precedentes, apostaban por la categoría, entendió que, gracias a ellas, se podía ser profesional. Y que sólo había una regla más que superar. Una imposible de franquear al ser impuesta por la autoridad máxima hasta hoy en su carrera, su mamá: no dejar de estudiar. Sí, por ahora las clases de francés y las materias en línea de la preparatoria son igual de importantes que aquel punterazo que dio tras un tiro de esquina al minuto 44, contra el Querétaro, aquel 22 de septiembre de 2019, que terminó por ser su primer gol profesional.
Los recuerdos que definen su pasión por la pelota y su decisión por el balón son muy claros. Luego de ver entrenar y jugar a su papá a los seis años (Miguel Gutiérrez formó parte de equipos profesionales como Atlante y Chiapas, siendo jugador por varias décadas), Jana sintió una punzada estomacal que fue creciendo poco a poco. Primero, al patear un balón y después, al ponerse una camiseta con su número y debutar. Un llamado vocacional que compartió con su hermana y que siempre ha estado en su familia no como una obligación, sino como un gusto compartido que hoy comienza a definirse también como un objetivo en común: llegar hasta Europa y estar en una liga internacional. Porque, definitivamente, el sueño de ser futbolista profesional en México ya no es suficiente y ahora el límite está más allá para una de las nuevas caras del balompié femenino en México. Sí, la apuesta está mucho más allá.
Esta es la realidad y el futuro del futbol mexicano
“El futbol ocupa la mayoría del tiempo en mi casa desde que recuerdo, la verdad. Mi papá habla de eso; mi hermana y mi mamá también. Es una rutina diaria verlo y analizarlo aparte de lo que entreno durante la jornada y de las horas que estoy en el club. Mi papá nos aconseja mucho y compartimos con él cómo ser profesionales. Él nos muestra errores y opciones, y nos apoyamos en él. A mi hermana, desde chiquita, le encanta el soccer; mi papá la inspiró y ella me inspiró a mí. Cuando los empecé a ver, sentí una pasión de querer estar ahí, jugar y aprender. Me emocionaba y mi corazón latía mucho. Con Jaidy he tenido la fortuna de compartir esta emoción y tenemos una conexión única, y este deporte nos une muchísimo. Así que es una cuestión familiar y una pasión que compartimos”.
Fanática del tridente formado por Luis Suárez, Lionel Messi y Neymar (“me encantaba ese trío: cómo pasaban la pelota, la tocaban de primera, los pases filtrados y cómo definían”, sentencia); de Bad Bunny y las baladas, del sushi y Megan Rapinoe, así como de las series The Choice y White Chicks, aunque seguidora sólo de un equipo, el Club América (“desde que tengo memoria, de pequeña, vi un partido y me llegó el amor. Los veía y creía que eran buenísmos, y comenzó a crecer la pasión”, confiesa), Jana piensa en el Viejo Continente como el siguiente gran paso. Sueña con ser dirigida algún día por el catalán Pep Guardiola, aunque valora hoy las enseñanzas de Leonardo Cuéllar, su actual entrenador, y si se encontrara con una lámpara y un genio dedicado en exclusiva a los deseos del futbol, sería muy clara con sus tres peticiones: “Que se hiciera una formación seria desde pequeñas y se trabajara con fuerza ahí para que todos los clubes unieran sus fuerzas básicas. Si tuviéramos eso, estaríamos en otro nivel como nación. Le pediría también que nos apoyaran más a todas en la cuestión económica y, por último, que la afición fuera a los estadios para vernos jugar. Esos serían los deseos”.
Desde su debut profesional ante Morelia, el 12 de febrero de 2018, cuando apenas tenía 14 años, Jana ha vivido varias vidas futbolísticas en su corta edad: primero, debutar y vivir la inmensidad del Estadio Azteca, el inmueble que hoy es su hogar deportivo (“si desde las gradas se ve inmenso todo, observarlo desde la cancha es indescriptible. Jugar ahí es una sensación única”); luego ser campeona con su club en su primer año; después, su primer gol y una lesión que parecía de gravedad y que terminó resolviendo a su favor, para finalizar con un llamado a la Selección Mexicana y, actualmente, la titularidad. Es decir, el currículum suficiente para vivir del balompié, una de las grandes preocupaciones que comparte con rivales, amigas y compañeras ante las desigualdades salariales y de prestaciones entre categorías y entre clubes. Lista para ponerse los guantes si en alguna ocasión se necesita una portera emergente —“la verdad, la posición siempre me gustó. Mi hermana tiene mucho que ver y también que soy muy aventada”—, Jana ha entendido que una de las claves de su éxito está en la potencia. Ahí, le han dicho, está su gran secreto. Pero ella también cree que se encuentra en la claridad y en la transparencia para cambiar lo necesario y llevar el futbol femenil mexicano a competir al nivel de las mejores.
“Creo que hoy sí se puede vivir del soccer en México siendo mujer porque lo hemos hecho, pero no en las condiciones que quisiéramos (como el caso de Charlyn Corral, quien fue ignorada por la Selección Mexicana) Algunas tenemos la fortuna de contar con patrocinadores o marcas que nos apoyan cada vez más; otras comparten gastos con la familia o las compañeras, pero la Liga femenil no está aún a la altura que deseamos. México está en un desarrollo y proceso que se está evidenciando a lo largo de las temporadas y pienso que pronto llegaremos a ser una potencia mundial por la liga si atendemos lo importante. Sólo es cuestión de tiempo y acoplarnos más”, sentencia, cómoda y contenta de añadir a la hoja de vida un logro más: ser modelo de shooting de GQ México, aunque dispuesta a una pregunta más. Una que tiene que ver con el éxito del soccer femenino en Estados Unidos y qué es lo que debemos imitar para alcanzar ese nivel. “México es una industria en desarrollo que necesita tiempo e inversión, y tenemos como ejemplo a la Unión Americana donde, desde chiquitas, se toman en serio el ser profesionales; hacen de todo, entrenan, van al gimnasio y ahí están los resultados”.
Con información de GQ