En medio de la pandemia, Pedro Almodóvar presentó su cortometraje La voz humana en el Festival de Cine de Venecia. Hablado en inglés y protagonizado por Tilda Swinton, se trata de una libre adaptación de una obra de teatro de Jean Cocteau.
¿Hasta qué punto crees que un simple virus pueda llegar a cambiar nuestra forma de ver el cine?
El confinamiento nos ha reducido a todos en casa y yo creo que ha demostrado varias cosas. Por ejemplo, hasta qué punto la gente depende de la ficción. Yo creo que la ficción ha sido uno de los modos de llenar el tiempo y de entretenerse. Y cuando digo la ficción me refiero también a la cultura. Yo creo que ahora es mucho más fácil decirle al público que la cultura es absolutamente necesaria. Todo lo que han estado viendo ha sido escrito por alguien, ha sido iluminado por alguien, ha sido interpretado por alguien ya sea película de ficción o películas. Ahí las plataformas han tenido una función muy importante, pero también hay otro resultado que a mí me parece inquietante y negativo. El confinamiento nos ha hecho ver la casa como un lugar de reclusión, un lugar desde donde podemos trabajar, podemos comprar, podemos encontrar el amor de nuestra vida, podemos pedir comida. Lo podemos hacer absolutamente todo de un modo sedentario y a mí eso me parece peligroso. En el caso del covid-19 ha sido una reclusión obligada, pero lo que no me gusta es que esa reclusión continúe en el tiempo y yo propondría en contraposición, al cine. El cine es absolutamente lo opuesto a todo esto. Ir al cine es iniciar una aventura… Creo que es una experiencia a nivel humano esencial y como director de cine, para mí es importantísimo. Las películas están para ser vistas de cualquier modo, pero como director y a la vez espectador, que una de las películas mías se esté poniendo en el cine, el hecho de sentir respirar a los espectadores me da muchísima información acerca de cómo funciona la película. Si una película mía se muestra en Netflix o cualquier otra plataforma yo no voy a tener nunca la sensación de cómo es el encuentro de la película con el espectador. Bueno, como resultado de todo esto y ya que el cine no atraviesa una muy buena situación, debemos ir al cine. Por eso yo inmediatamente después del confinamiento me puse a dirigir La voz humana y me pondré también a preparar la próxima, el mes que viene. A pesar de la incertidumbre tenemos que seguir haciendo los que hacemos cine y por favor, recomendad a todo el mundo que os lea, que vayan, que todas esas emociones sólo se descubren ante una pantalla muy grande y en compañía de desconocidos y a oscuras.
¿Cómo fue el proceso de filmar tu primera película en inglés?
Lo escribí en español y se tradujo al inglés. Y en dos lecturas previas con Tilda, le dije que si había alguna expresión que a ella le parecía que podía decirse de otro modo y que resultaba más correcta, que por favor lo hiciera. Le di libertad para que lo cambiara y yo apuntaba. Tampoco cambió demasiado, solamente tres o cuatro expresiones que a ella le parecían más acertadas.
¿Qué tan diferente resultó la experiencia de dirigir cine, en un idioma al que estás acostumbrado?
Al principio reconozco que me costó un poco de trabajo dirigir en otro idioma, pero desde el momento en que ella se adueñó del personaje fue un espectáculo total oírla hablar en inglés. Obviamente es su lengua, pero yo no la había oído nunca con ese tipo de musicalidad. Ha sido un verdadero placer oírla y verla.
¿Es cierto que la obra de Cocteau también te había inspirado para Mujeres al borde de un ataque de nervios?
Sí. El corto de Jean Cocteau también me inspiró La ley y el deseo, donde había una escena en la que Carmen Maura era una mujer abandonada. Eso hizo que me gustara mucho la combinación de La voz humana y Carmen Maura, en la película siguiente.
¿Hay cierto cambio en tu estilo de cine a partir de Dolor y Gloria y La voz humana?
Es verdad, yo me siento en un nuevo ciclo desde Julieta, de un modo muy palpable para mí. Creo que desde Julieta estoy derivando a una narración mucho más contenida, donde los elementos son cada vez menos, aunque trato de ir lo más profundamente que puedo. Esta misma experiencia de sobriedad y de austeridad me ha acompañado en Dolor y Gloria y, la verdad es que en este momento de mi vida me siento, no ya más cómodo, sino que es algo nuevo en lo que quiero seguir investigando. Creo que La voz humana se separa un poco porque no es exactamente contenida, contenida es la actuación de Tilda, pero no es un corto de contenido, es un corto muy barroco donde he puesto todos los colores que a mí me gustan para que el operador los iluminara. Y el propio monólogo de ella también es muy barroco. El corto, en un principio yo lo había pensado como un experimento donde me sintiera absolutamente libre. No quiere decir que en las películas no me sienta libre, me siento libre de otro modo. Pero, como dije Julieta, Dolor y Gloria y esto mismo, esta actitud ante el cine, en un momento cuando todo el mundo está pensando en hacer series, lo mío era hacer un cortometraje. Indican un cambio de ciclo en mi vida, un ciclo al que se debe exclusivamente a la biología, pero en lo narrativo y cinematográfico sí que hay un punto de inflexión desde Julieta.
¿Vas a volver a filmar cortometrajes o fue un único experimento?
En octubre empiezo la preproducción de la próxima película (con Penélope Cruz), pero después de haber hecho La voz humana he escrito otras dos piezas, una de 45 minutos y otra de 15 o 20, que me gustaría hacer también en ese mismo sentido de libertad. Una de ellas sería un western muy particular. Las dos piezas tienen un aire teatral. No están basadas en nada, pero tienen un aire teatral, con un escenario único porque así yo me muevo mucho menos y me hace bien para la espalda y controlo más todos los elementos. Tengo pensado en el futuro, después de la próxima película, y completando esto, lo cual sería como una trilogía, esta historia que es un western que se llama Extraña forma de vida. Y también otra historia que habla justamente del cine, sobre el vacío que sufren ahora las salas de los cines donde planteo una situación en la cual… sería una especie de distopía que ocurre en una reunión social, una fiesta privada, en que los cines han desaparecido de Madrid, por ejemplo, y van camino a desaparecer. Hace dos o tres años que ya no hay cines y hablo esa situación en forma distópica, cómo afecta ese vacío de hace dos o tres años de las salas con las personas que están compartiendo conmigo en ese banquete.
Con información de Excélsior