AUNQUE MILES DE KILÓMETROS SEPARAN EL SURESTE DE MÉXICO DE TEOTIHUACAN, CADA VEZ SON MÁS LAS PRUEBAS DE QUE LOS MAYAS HICIERON ARTE Y VIVIERON EN LA CIUDAD DE LOS DIOSES.
La idea de que las culturas prehispánicas no fueron capaces de recorrer grandes distancias debido a que en América no existían caballos ha quedado rebasada por la realidad.
Cuando se trata de culturas prehispánicas, el esplendor de Teotihuacan en el centro de México y la inteligencia de los mayas y sus construcciones a miles de kilómetros parecen no tener nada en común. Sin embargo, los últimos hallazgos demuestran que tanto mayas como teotihuacanos estaban más conectados de lo que se creía.
La primera señal de contacto entre ciudades tan lejanas como Tikal y Teotihuacan se encuentra en textos mayas, que comparten glifos con de personajes teotihuacanos que también aparecen en el centro de México.
No obstante, la evidencia más contundente llegó con las excavaciones arqueológicas en la Plaza de las Columnas, un complejo ubicado entre las Pirámides del Sol y de la Luna, y al oeste de la Calzada de los Muertos.
En este lugar, se hallaron más de 500 pequeños fragmentos de murales de estilo maya que por sus características, trazos y colores, además del “estilo fluido, dominio de la línea y su naturalismo, son obra de un artista o artistas “que conocían a la perfección la iconografía de las Tierras Bajas del Sur maya”, explica el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los arqueólogos creen que estas piezas formaban parte de un gran mural al norte de la Plaza de las Columnas que se mantuvo durante el auge de la ciudad y posteriormente fue destruido por razones aún desconocidas.
Además, el hallazgo de huesos de animales, semillas, piezas de obsidianas, conchas y pedazos de cerámica maya aportó un indicio de quiénes eran los mayas que solían visitar Teotihuacan:
El descubrimiento de un vaso con una escena donde aparecen personajes mayas usando tocados de cola de lobo (símbolo de la élite teotihuacana) apunta a que la élite maya no sólo visitó Teotihuacan y se hospedó en la Ciudad de los Dioses; también creó arte y pasó largos periodos en esta ciudad, lejos del sureste mexicano.
“Las estructuras de la Plaza de las Columnas sirvieron para actividades administrativas, ceremoniales y probablemente como residencia de la élite no sólo teotihuacana, sino maya, al menos hacia 350 d.C., cuando ambas dominaban el panorama durante el periodo Clásico en Mesoamérica”, explica el INAH.
Con información de Muy Interesante/Alejandro I. López