Probablemente ayer por la noche (o justo este sábado al despertar), escuchaste o leíste algo relacionado a la marcha de ayer en la que miles de mujeres salieron a la calle para protestar por la violencia contra las mujeres, la cual tristemente, ha ido en aumento en los últimos años.
Y sí, es muy probable que gracias a las noticias que encontraste te hayas enterado sobre la agresión a un reportero (que cabe mencionar, fue golpeado por otro hombre), o igual viste que hubo destrozos y pintas en varias partes de la ciudad.
Pero de lo que poco se ha hablado acerca de la marcha es que ésta fue más que encapuchados o reventadores, y que en realidad se trató de un movimiento conformado por miles de mujeres que alzaron la voz para exigir seguridad y justicia en un país donde estas cosas parecen no ser garantía ni derecho para las millones de niñas, mamás, hermanas, amigas, etc., que viven en él.
Pero de lo que poco se ha hablado acerca de la marcha es que ésta fue más que encapuchados o reventadores, y que en realidad se trató de un movimiento conformado por miles de mujeres que alzaron la voz para exigir seguridad y justicia en un país donde estas cosas parecen no ser garantía ni derecho para las millones de niñas, mamás, hermanas, amigas, etc., que viven en él.
Hace unos meses se dio a conocer que de enero a abril de este año mil 199 mujeres murieron a causa de la violencia de género, esto de acuerdo con cifras que reveló el Secretariado Ejecutivo. Es decir, en México una mujer es asesinada cada dos horas y media por el único hecho de ser mujer, y eso sólo contando los casos de los que las autoridades tienen carpeta de investigación (o noción).
Abril fue, sin duda, uno de los meses más violentos para las mujeres ya que contabilizó 315 homicidios en sus 30 días. A este le siguen marzo, con 310; enero, con 302, y febrero con 272 asesinatos. La marcha que se dio en las calles de la ciudad ayer, viernes 16 de agosto, fue un llamado para que las autoridades -esas que se supone están al cuidado de la ciudadanía- hagan algo al respecto. Para que las cifras disminuyan y se haga justicia a las mujeres que ya no están; para que se de una garantía de que no volverá a pasar algo así.
La manifestación del viernes fue tendencia en redes sociales gracias al vandalismo que se presentó en varios monumentos históricos y puntos de la ciudad, los cuales fueron pintados o destruidos. Sin embargo -al igual que los hombres que aplican el “no todos somos iguales”-, no todas las feministas incurrieron en esos hechos, y hubieron quienes sólo se dedicaron a esparcir diamantina color rosa y gritaron fuerte para que las autoridades escucharan sus peticiones.
Supongamos que en la Ciudad de México varias personas comienzan a vandalizar varios puntos de la ciudad, en diferentes días y a diferentes horas, sin respetar de qué monumento o lugar se trate. Sería cuestión de días para que la gente comenzara a exigir a las autoridades que atrape a los responsables y que paguen por el daño que han hecho. Después, quizá, los jefes de gobierno mandarían a arreglar todo y se encargarían de poner seguridad para que el hecho no volviera a ocurrir. ¿Por qué no pasa lo mismo con la seguridad de las mujeres?
Quizá el lunes, cuando te dirijas al trabajo o a la escuela, veas la Ciudad de México tan normal, como si no hubiera pasado nada. Tal vez, mientras estás leyendo esta nota, decenas de trabajadores están quitando pintura de las paredes y recogiendo los vidrios rotos de una estación de Metrobús. Sí, probablemente cuando inicie la próxima semana los únicos “estragos” que van a quedar de la marcha serán simples publicaciones de redes sociales.
Pero la verdad es que nada de eso elimina ni disminuye el verdadero problema. Porque puede que el día de mañana todas las paredes de la ciudad y los daños ocasionados sean restaurados pero, lamentablemente, no se puede hacer eso con las que han perdido la vida por el simple hecho de ser mujeres. Peor aún, no tenemos garantía de que los casos que conocemos serán los últimos.
Con información de Sopitas de Stephania Carmona