Bajo la batuta del maestro letón Andris Nelsons, de 41 años, la Orquesta Filarmónica de Viena ha ofrecido este miércoles su tradicional Concierto de Año Nuevo. Este año, además del debut de Nelsons en la dirección, por primera vez una obra de Ludwig van Beethoven ha sonado en el concierto más mediático del mundo. No ha sido esta la única novedad que se ha visto en un programa dirigido con brío y detalles exquisitos por Nelsons: la versión de la Marcha Radetzky con la que concluye cada año el recital a ritmo de palmas ha quedado libre de cualquier pasado nazi, ya que la orquesta no ha tocado la versión del compositor y miembro del partido nazi Leopold Weninger, sino un nuevo arreglo de la partitura.
El director letón Andris Nelsons, que se estrenaba en la tarea de conducir desde el atril este saludo al 1 de enero, cumplió su deseo expresado unos días antes de “compartir con la gente la alegría” y empezar el año con algo positivo.
Una vez más, y ya van 80, la Filarmónica de Viena ha saludado al Año Nuevo con su tradicional concierto, en el que esta vez los tradicionales valses de los Strauss han hecho por primera vez hueco a Beethoven, y en el que el fin de fiesta de la Marcha Radetzky sonó limpia de reminiscencias nazis.
Tras una primera parte llena de piezas inéditas, Nelsons ha abierto la segunda mitad haciendo gala de su talla como director operístico. Ha engarzado idealmente cada sección de la obertura de la opereta más famosa de otro de los rivales de los Strauss, Franz von Suppé, Caballería ligera. Estrenada en 1866 en el Teatro Carl de Viena. Narra una historia de amor sin importancia donde interviene una unidad de húsares, la famosa caballería ligera húngara. Y el director letón ha subrayado, desde el comienzo, la narrativa belicista de la obra que conduce al popular galop que representa a los húsares. Exquisito Matthias Schorn en su quejumbroso solo de clarinete que refleja el sabor zíngaro de esta opereta. Ya en los bises Nelsons ha seguido su fiesta con una chispeante interpretación de la polca En pleno vuelo, de Josef Strauss, que escribió para el Carnaval de 1867 tratando de emular el vuelos de las golondrinas.