A pesar de la incredulidad de mucha gente de que el coronavirus COVID-19 pueda alcanzar en México los niveles alarmantes de miles de contagios como ha ocurrido en China, Italia, Irán, España, Francia y Estados Unidos, es un hecho innegable que este virus lleva la tendencia exponencial de convertirse en un brote infeccioso para finales de marzo, como incluso lo ha ya predicho en días pasados el científico mexicano de la Universidad Nacional Autónoma de México, Gustavo Cruz.
Cuantos más contagiados haya, mayor será la presencia del virus en todos lados y mayor la necesidad de disponer de materiales para limpiar y desinfectar todos aquellos espacios donde el virus permanezca activo, así como todos los materiales y dispositivos desechables que hayan estado en contacto con el mismo virus.
En el caso de las clínicas, los hospitales, los centros de salud y los laboratorios clínicos, existen procedimientos claramente definidos que establecen prácticas particulares a seguir para recolectar, manejar y disponer, como residuos peligrosos, todo este tipo de productos impregnados con el virus, por tratarse de residuos biológico-infecciosos.
Sin embargo, lo preocupante es el manejo que se dará a este tipo de materiales contaminados por el virus a nivel domiciliario.
Como sabemos, en la gran mayoría de los municipios de este país, los residuos domésticos se disponen en un mismo tipo de bolsa o contenedor donde todos se combinan entre sí y, muchas veces, el cierre de estos contenedores o bolsas no es hermético, por lo que distintos tipos de residuos se esparcen en las calles o en los caminos que conducen a los sitios de disposición final.
Si estos materiales impregnados con coronavirus quedan expuestos, obviamente aumentará el riesgo de contagio y el costo de mitigación sanitaria también será mayor, puesto que, como lo publicaron, el 17 de marzo pasado, distintos institutos y universidades estadunidenses en The New England Journal of Medicine, el coronavirus SARS-CoV-2 (causante del COVID-19) permanece activo en aerosoles, cobre, cartón, acero inoxidable y plástico hasta en tres, cuatro, 24, 48 y 72 horas, respectivamente.
¿Qué podemos hacer en México para reaccionar oportunamente ante este panorama adverso –que podríamos enfrentar, quizá dentro de dos semanas–, sobre todo al interior de los hogares por las medidas de aislamiento domiciliario requerido tanto para los pacientes como para las personas sospechosas bajo análisis, tomando en cuenta la experiencia de otros países?
El Ministerio de Sanidad del Gobierno de España, por ejemplo, ha presentado un documento técnico que ha actualizado permanentemente, en el que refiere que los residuos del paciente, incluido el material desechable utilizado por la persona enferma (guantes, pañuelos, mascarillas), sean depositados en una bolsa de plástico (BOLSA 1), que se encuentre en el interior de un contenedor de basura (preferentemente, con tapa y pedal de apertura) dispuesto en la habitación y sin realizar ningún tipo de separación para el reciclaje.
Al ser retirada del contenedor de basura, la bolsa de plástico con los materiales desechables (la BOLSA 1) deberá cerrarse adecuadamente e introducirse en una segunda bolsa de basura (BOLSA 2), al lado de la salida de la habitación, donde además se depositarán los guantes y la mascarilla utilizados por el cuidador, y esta BOLSA 2 se cerrará adecuadamente antes de salir de la habitación.
Posteriormente, la BOLSA 2 deberá depositarse en una tercera bolsa de basura (la BOLSA 3), junto al resto de los residuos domésticos. La BOLSA 3 también deberá cerrarse adecuadamente.
Adicionalmente, se sugiere realizar una inmediata y completa higiene de manos, con agua y jabón, de cuarenta a sesenta segundos.
Asimismo, y aunque esto ya no lo refiera el documento del Ministerio de Sanidad del Gobierno de España, resultará muy útil identificar con un texto que la BOLSA 2 contiene residuos de coronavirus, a fin evitar confundir al personal de recolección y lograr un manejo responsable de los residuos entregados.
La clave, como vemos, consiste en confinar los materiales desechables contaminados en bolsas que eviten el contacto y la propagación del virus hacia otras personas y hacia el medio ambiente.
Las bolsas que han sido recientemente culpadas, no en sí por su manejo, sino por los materiales mismos de los que están hechas, curiosamente pueden ayudar ahora a contener la dispersión de los materiales infectados.
Las autoridades sanitarias podrían, quizá, repartir bolsas rotuladas de manera temporal a la población que lo requiera para ayudar en las medidas de contención.
Ojalá que el gobierno federal difunda la adopción de este tipo de medidas inmediatamente, que no siga pensando que a México no le va a pasar y que apoye a los gobiernos estatales y municipales en otorgar las facilidades necesarias para su aplicación lo más pronto posible.
El tiempo apremia y los contagios pueden volverse incontrolables.
Con información de Excélsior