La relación entre las abejas (y otros insectos) y las flores es una de las relaciones esenciales para la vida del planeta. Y en gran medida las flores son seres seductores que utilizan el color y el olor para promover la polinización que asegura su reproducción. La explosión de colores de las flores es al mismo tiempo un derroche de energía, una exuberancia estética y un recurso biológico.
Como sabemos, muchos animales son sensibles a frecuencias de luz que son invisibles para el ser humano. Las serpientes, por ejemplo, alcanzan a percibir infrarrojo y las abejas -y otros insectos-, del otro lado del espectro, pueden percibir la luz ultravioleta bañando la realidad en las que se mueven.
En un ejercicio de visualización mágica, el fotógrafo Craig Burrows retrata flores bajo una técnica de luz ultravioleta inducida por fluorescencia, la cual en cierta manera evoca las visiones de los insectos, o al menos nos permite imaginar cómo sería percibir el mundo bajo esta luz.
Burroughs no sólo ha desarrollado una técnica de iluminación sino una sensibilidad notable para retratar las delicadas y maravillosas formas de las flores, orquídeas, margaritas, magnolias, iris y muchas otras.
Quizá no haya nada más profundo y significativo en el mundo que pasar el día contemplando flores. Fotografiándolas, haciendo guirnaldas y arreglos florales o simplemente observando su ritmo y sus sutiles movimientos en respuesta al Sol.
Con información de Cultura Inquieta