“Agarró su pistola y empezó a jugar a la ruleta rusa en mi cabeza. Ya cuando era la última bala, me dijo: ‘no, no vales ni lo que vale una de mis balas’”. Estas son las palabras con las que Graciela describe un episodio de su vida previo a ser privada de la libertad y que retratan un elemento común en las historias de las mujeres que viven en prisión: el amor romántico.
El libro Acusáis a la mujer sin razón. Feminismo desde la cárcel: un paso para desarmar la violencia estructural de género recopila las historias de 10 mujeres -Carmen, Angélica, Diana, Graciela, Miranda, Martha, Valeria, Andrea, Susana y María- quienes narran cómo llegaron a la cárcel, un sitio que a todas luces refleja un escenario gris, frío y “donde las personas sienten que van perdiendo su valor humano (…) y están repletas de etiquetas y estigmas sociales”, explican las autoras del texto.
“El título Acusáis a la mujer sin razón es lo que vemos todo el tiempo en las historias de estas mujeres con las que llevamos más de siete años trabajando”, explica Raquel Aguirre, coautora del libro y cofundadora de la organización civil La Cana. En ese sentido, la también abogada señala para Radio Fórmula Digital que -como sociedad- lejos de poner atención y entender las causas y circunstancias por las que las mujeres terminan en la cárcel, estamos acostumbrados a juzgarles.
Con el panorama anterior, las autoras Daniela Ancira, Mercedes Becker, Raquel Aguirre y Wendy Balcázar se dieron a la tarea de investigar y visibilizar por qué en estos casos había un factor reiterado: las mujeres están en la cárcel a consecuencia de sus parejas.
“Nosotros queríamos saber si esto era sólo en la zona metropolitana o era igual en todos los estados de la República; lo más duro fue darnos cuenta de que realmente ese patrón se repite y no sólo eso, sino toda la violencia estructural de género de las que son víctimas desde su infancia”, reprocha la coautora del libro.
Amores que encarcelan
Diana y Graciela relatan cómo fue que terminaron siendo privadas de la libertad. Ambas son violadas sexualmente desde niñas, se enamoran de personas que ejercen violencia extrema en su contra y en las dos historias destacan aspectos que perpetúan la idealización de que el amor todo lo puede.
“Yo me eduqué creyendo que nosotras, como mujeres, debemos darlo todo por nuestros esposos y nuestra familia, sin importar nada más”, narra Diana, una mujer que vivió en un contexto de violencia extrema desde que era niña y quien proporciona detalles de una desgarradora historia que la llevó a prisión.
La frase anterior, bien lo dicen las autoras, demuestra que estas creencias se encuentran arraigadas en lo más profundo de nuestras dinámicas de pareja y propagan la violencia contra las mujeres.
Pero, ¿qué es el amor romántico?
El mito del amor romántico se basa en ideas y creencias generalizadas de lo que, como sociedad y cultura, aceptamos sobre lo que debería ser el amor de pareja
Graciela Ferreira en su libro Hombres violentos, mujeres maltratadas enlista algunas características del mismo, algunas de ellas son:
- Entrega total a la otra persona.
- Hacer de la otra persona lo único y fundamental de la existencia.
- Depender de la otra persona y adaptarse a ella, postergando lo propio.
- Perdonar y justificar todo en nombre del amor.
- Sentir que nada vale tanto como esa relación.
En este tenor de ideas, Ancira, Becker, Aguirre y Balcázar indagan la relevancia del amor -o la falta de este- en el contexto delictivo y en la privación de la libertad de las mujeres.
En ese sentido, las coautoras refieren que esta conducta lleva a las mujeres a soportar de más y a olvidarse de sí mismas por alcanzar este falso ideal.
“El amor romántico y los roles de género son la receta perfecta para la violencia de género”, sentencian en Acusáis a la mujer sin razón.
La receta perfecta para la violencia de género
Y hay otros aspectos que se unen al caldo de cultivo de violencia en contra de las mujeres, por ejemplo, la falta de perspectiva de género en el sistema penitenciario de México.
“La mayoría son torturadas al momento de su detención, son doblemente estigmatizadas -no sólo por el hecho de haber cometido un delito, sino porque incumplieron con su rol de madre, de cuidadora del hogar y cuidadora de los hijos- y desde un tema de espacio, los reclusorios están hechos para los hombres”, critica Raquel Aguirre.
Al respecto del proceso que viven las mujeres, la cofundadora de La Cana también pone en el foco de la discusión que a las mujeres se les imponen penas más altas, e incluso apunta que es mayor el número de mujeres que no han recibido una sentencia en comparación con la cifra de los hombres.
Este escenario es también confirmado en la historia de Diana: “Vengo por una declaración falsa”, lamenta. “Actualmente no tengo sentencia y voy a pelear por la verdad (…). Me gustaría que a nosotras se nos tratara igual que a los hombres porque ellos tienen más privilegios”, acusa.
Con información de: Radio Fórmula