Desde hace más de veinte años Margarita vive y se pasea por la Colonia del Valle. Poco le importa haber actuado en el filme Eva y Darío (1973), de Sergio Véjar. A decir del realizador la actriz se quedó atrapada en el personaje y por eso vive en las calles donde se rodó aquella historia.
Interpretaciones aparte, Bruno Santamaría la descubrió en su infancia como la indigente del barrio. Al paso de los años conoció su historia y con ello a un personaje fascinante, tan fascinante que le dedicó su ópera prima, Margarita, un documental sobre las implicaciones y costos de vivir como se quiere.
Entiendo que conociste a Margarita como la indigente de tu calle, ¿cómo se construyó la relación?
Ella dormía en la azotea de mi edificio. A los niños de la calle nos daba miedo y una vez mi papá me comentó que ella salía en una película de los setenta. A partir de ahí me llamó la atención como personaje. Una vez se acercó a darme la estampita de un santito al que según me parecía. Nos comenzamos a saludar. Yo le daba cigarros y ella dibujos. Poco a poco empezó a contarme sus historias. En internet encontré el tráiler de Eva y Darío, de Sergio Véjar y contacté a quien lo subió para ver si me pasaba una copia. Resultó ser Rodrigo Díaz, un erudito del cine de los setenta. Con los años se sumaron detalles que me la fueron descubriendo. El 15 de septiembre de hace seis años, me pidió entrar a casa porque le daban miedo los cohetes. Ahí comenzó a contarme de su trabajo como actriz.
¿Cómo librarse de la tentación de lucrar o de aprovecharse de su situación de calle para imprimir dramatismo a la historia?
No sé si lo logré. Supongo que ayudó el hecho de haberla conocido desde pequeño. Admiro su talento para dibujar y sus historias. Tiene una manera muy metafórica de platicar. Siempre procura transmitir algo por medio de una filosofía fascinante. Nunca la vi para abajo. Tomó unas decisiones muy fuertes que la llevaron a vivir en la calle, pero ella es la primera en no victimizarse. Creo que Margarita representa un personaje muy estimulante.
Claro, porque si bien tiene ideas radicales vive con estoicismo su condición.
En una ocasión tuvimos un encuentro con personas que la conocieron en el pasado. La mayoría quiso ayudarle, incluso es una tentación que se mantiene. Sin embargo, ella no lo soporta. Cuando tiene dinero prefiere dárselo a los vagabundos. Obviamente tiene muchas necesidades y en la colonia ha encontrado un hogar, pero ella está concentrada en su presente. Incluso cambia de nombre constantemente. Yo la conocí como Margarita, pero se ha llamado Ceci, Vania o Hilda. Todavía me conmueve verla en la calle escuchando y bailando con rock de los setenta.
La relación y la propia confianza entre ustedes, ¿te condicionaron para no a abordar cuestiones oscuras de su pasado?
Me tomó bastante tiempo averiguar cómo llegó a vivir en la calle. Platicamos con familiares, amigos y ex novios. Obtuvimos una cantidad de anécdotas que podrían ser muy amarillistas, pero que en realidad no aportaban mucho a la película. A fin de evitar el sensacionalismo nos acotamos al presente a partir del universo de mi casa y de las calles donde Margarita vive. Por respeto y ética, el pasado se alude a partir de sus propias palabras. Nos limitamos a mencionar que había sido actriz y que había salido en una película.
¿Qué te ha comentado Margarita sobre la película y las reacciones que ha generado?
Al principio estaba entusiasmada y le parecía simpática la idea de filmar. El día que le mostré la película en mi casa le dio un poco igual. Cuando se comenzó a proyectar en festivales y le enseñé fotos de las salas y la reacción de la gente, se burlaba de sí misma. Decía ‘parezco pintura de Touluose-Lautrec’. En otra ocasión la invité a la Cineteca, pero no quiso ir. A partir del estreno alguna gente se le ha acercado y ella prefiere darles el avión. Su ex novio, incluso parece haber entendido que la colonia es su hogar.
Al final la película viene a hablar de la libertad de ser lo que uno quiere…
Exacto, el ejercicio de la libertad no siempre es fácil de entender. Margarita vive en la calle no por una situación económica. Desde luego tiene un padecimiento psicológico, pero tampoco hay que exagerar. No se trata de romantizar la calle porque desde luego vive expuesta a ciertos peligros y ella lo sabe, pero al final se ha encargado de aprovecharla para construir su hogar.
Con información de Aristegui noticias